sábado, 24 de noviembre de 2012

"Totum revolutum", publicado en miNatura

En los posts de los días 16-03-2012  y del 17-06-2012 ya os hablé de la Revista digital miNatura, que se distribuye en formato pdf cada dos meses por correo electrónico. Han sindo varios los relatos míos que han incluido en esta publicación a lo largo del tiempo, y la historia se repite.

En esta ocasión se trata del número 123 de la revista digital miNatura, de título "Dossier Universo Stephen King", aparece publicado (páginas 37-38) el relato "Totum revolutum", del que soy autor. En él inserto algunas referencias a obras del afamado autor norteamericano, de quien no puedo decir que me haya gustado todo lo que he leído, pero que sin duda a dado lugar a grandes obras maestras, llevadas al cine en diversas ocasiones (y a la música, como en el caso de los Ramones con "Pet sematary").

Os dejo el relato a continuación por si tenéis interés en conocerlo:

Totum revolutum

Sabía que lo que estaba haciendo era una completa estupidez, pues por más distancia que pusiera con aquel virus, tarde o temprano me alcanzaría. Pisé el acelerador a fondo sin preocuparme por el irrisorio límite de velocidad; en aquel momento tenía mayores preocupaciones en mi mente.
            El resplandor de los faros del coche que surgió al otro lado del cambio de rasante bastó para que el enorme San Bernardo situado en el centro de la calzada, surgido de la nada, pasase inadvertido para mí hasta que no tuve más salida que dar un volantazo. Mi pericia no bastó para evitar la muerte del pobre animal, como pude comprobar tras detener mi vehículo en el arcén.
            Cuando el coche que circulaba por el otro carril llegó a mi altura se detuvo, imaginé que con la lógica intención por parte de su conductor de comprobar si me encontraba bien, o si precisaba de su ayuda. El deslumbramiento provocado por los faros hizo que el efecto que su extraña indumentaria causó en mí se multiplicase: jamás habría imaginado ver a un payaso al volante de aquel Plymouth Fury del 58.
            Aún no me había sobrepuesto de la impresión, cuando los ladridos del perro hicieron que me diese un vuelco el corazón. Pude ver cómo desaparecía entre la espesura de los árboles que bordeaban la carretera, siguiendo el sendero que, según rezaba el cartel situado en su inicio, debía conducir hasta un viejo cementerio indio.
            Decidí que ya había visto bastante para una sola noche, pero intuí que el coche de color rojo que había conducido aquel payaso no estaba de acuerdo con mi marcha, cuando su motor cobró vida y pareció dispuesto a embestirme.
            Mientras sentía cómo los huesos de mis piernas se quebraban, tuve la extraña impresión de haber visto todo aquello en algún otro lugar.

Mi agradecimiento a los responsables de la publicación por tener a bien incluir en ella mi relato una vez más. Espero poder participar en el próximo número, cuya temática es "Ángeles y demonios".

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