lunes, 15 de julio de 2013

"De canela, de coco y de limón", finalista del 3º Certamen "Picapedreros"

La oca loca es una revista fundada en el Centro Penitenciario de Daroca (Aragón). Cuentan con la colaboración de 33 centros penitenciarios de España y Argentina, que publican sus textos en dicha revista, y de 80 articulistas colaboradores.


Hace sólo unos días se ha dado a conocer el fallo del 3º Certamen "Picapedreros" de poesía, guión y microrrelato, organizado por La oca loca. En la sección de microrrelatos:

1º Premio:   “Llamadas anónimas” de Teresa Hernández Díaz (Madrid, España).

Finalistas:
  • “Los yogures no caducan” de Antonio Mas Torres (Madrid, España)
  • Algo peor que el infierno de Rafael Heredero García (Laguna de Duero,Valladolid)
  • “Dignidad” de Luisa Redondo Pérez (Barcelona, España)
  • “De canela, de coco y de limón” de Juan José Tapia Urbano (Sevilla, España)
  • “Sincronía” de Vicente Montemayor Cantú (Kingston, Jamaica).
Mi agradecimiento al jurado por incluir la pequeña obra que presenté entre las finalistas.

Para el microrrelato partí de la situación complicada que venimos viviendo desde hace unos años, y que espero que algún día no sea más que un mal recuerdo. Aquí os lo dejo, por si os apetece leerlo.



De canela, de coco y de limón

Pese a ser un hecho comprobado que cada vez son más las personas que pierden la ilusión por la proximidad de unas fechas tan señaladas, en mi familia no podíamos evitar que todo el año se nos pasara pensando en ello. Ansiábamos el momento en que los operarios del ayuntamiento engalanaban las calles con las luces navideñas, aunque cada año lo adelantasen una semana más, amenazando con proporcionarnos un verano luminoso.

No eran pocos los desencantados con los regalos del año anterior, y quienes llegaban a las fiestas cansados de antemano, tan sólo de pensar en la cantidad de comilonas por las que sus maltrechos estómagos habrían de transitar. Sin embargo, en mi familia la alegría se adelantaba incluso un par de meses, y ya en octubre regalábamos sonrisas a quien quisiera recogerlas.

Sin la ayuda del paro que hacía ya un año había dejado de entrar en casa, la ocupación de toda la familia en la fábrica de mantecados durante los pocos meses que duraba la campaña nos hacía sentir como si nos hubiera tocado el Gordo.

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